La educación en Europa
Desde hace varios siglos, europa se ha consolidado como de los más importantes centros educativos del mundo. esto se ha mantenido hasta el de hoy, ya que la educación que imparten muchas universidades europeas sigue formando a los profesionales que asumirán un papel central en el desarrollo de la historia.
europa ha tenido un papel central en el desarrollo de la historia. desde la antigüedad, el continente europeo ha ocupado un papel central en el desarrollo de las ciencias, de las artes y, en general, de la cultura occidental. es por esta razón que muchas de las grandes personalidades que han marcado el curso de la historia han nacido y se han formado en europa.
esto no es una cuestión de suerte ni mucho menos de azar. Europa ha ocupado un papel central en la historia gracias al desarrollo intelectual que ha alcanzado. este fenómeno se concentra específicamente en las universidades de los distintos países, ya que ahí se ha formado a los mejores profesionales.
es así como las grandes universidades europeas han ocupado un lugar de élite en la educación . las principales universidades del continente siempre se han caracterizado por su formación de calidad. por ello, miles de estudiantes de los lugares más lejanos del mundo se han visto interesados por estudiar en ellas.
a través de los años estas universidades también han sabido cómo adaptarse a su entorno. es por ello que, en vez de seguir manteniendo sus costumbres antiguas, la educación en el viejo continente se ha adaptado perfectamente a los del siglo xxi. de esta manera, la educación universitaria ha incorporado lo mejor y lo más avanzado de la para poder ofrecerles a sus alumnos cada vez más una mejor educación.
las universidades europeas ofrecen una educación sólida e integral, donde se combinan las técnicas más modernas y las últimas novedades tecnológicas, con el y de las antiguas universidades.
esto evidentemente se ha producido en todas las áreas del saber. en las ciencias, por ejemplo, las universidades europeas siguen destacando tal como lo hacían hace cientos de años. los profesionales de este sector continúan aportando grandes avances para el desarrollo de la ciencia en todo el mundo.
las artes también son un campo donde destacan las universidades europeas. los grandes movimientos artísticos de la historia del mundo se llevaron a cabo en europa. por ello, las universidades del continente se esfuerzan por mantener ese prestigio y formar a los artistas del futuro. de esa manera europa podrá conservar su lugar privilegiado en este sector.
asimismo, las universidades aún forman a los mejores profesionales de las humanidades y las ciencias sociales. estos profesionales contribuyen diariamente a comprender mejor al ser humano y a los procesos sociales en los que se inserta.
dentro de las ciencias sociales han destacado las ciencias económicas o empresariales. las escuelas de negocios del continente han formado a los mejores empresarios y profesionales del sector . estudiar en una escuela o instituto europeo es para un profesional de hoy una de éxito profesional.
por todas estas razones, las universidades europeas se han consolidado como importantes centros educativos donde se forma a los mejores profesionales del futuro.
La educación comenzó como un puro placer. El término griego “scholê” (la s y la ch se pronuncian por separado) significa tranquilidad, tiempo libre, ese momento en que uno hace cosas para sí una vez concluidos los tediosos deberes. El lugar donde la gente se encontraba era el “gymnaseion”, derivado de “gymnos”, desnudo, puesto que ante todo se practicaba la competición deportiva y entonces brillaba la magnificencia de los cuerpos clásicos sin incómodos ocultamientos. Además, allí se encontraba gente con la que merecía la pena hablar, uno podía escuchar atentamente los debates y el arte poético y los jóvenes ansiosos de aprender se juntaban con hombres experimentados en una relación con un claro acento erótico.
Esta idea de educación cobró un carácter sistemático en el siglo IV a. C. con Platón , que creó su “Academia” en Atenas, en el bosquecillo de Zeus Akademos. Su ejemplo fue seguido por todas las escuelas filosóficas que a partir de ese momento fueron surgiendo poco a poco. En aquel entonces, la filosofía todavía no era esa materia estrictamente delimitada que es hoy en día, sino el más pleno conocimiento de lo que uno podía saber y de cómo se debía vivir. En su afán por alcanzar la verdad, el filósofo incluía en sus estudios matemáticas, música, literatura y retórica, y también las ciencias naturales, en la medida en que la Antigüedad ha desarrollado realmente un saber de este tipo. Solo las habilidades prácticas no tenían cabida aquí; el artesano, el “banausos”, era despreciado por los griegos.
Sin embargo, a los romanos este ideal de educación les resultaba extremadamente sospechoso. Un romano como es debido debía interesarse por lo militar, la política, el derecho, la agricultura y la historia (a saber, la gloriosa historia del pueblo romano); como mucho, podía saber también de arquitectura y del arte de la ingeniería. Los planteamientos griego y romano solo coincidían en un único punto: en el gran valor que daban a la retórica, que también necesitaban los romanos para hablar ante el tribunal o en el Senado. Cicerón, instruido a la manera griega, trató de hacer atractiva la formación griega a sus compatriotas en el siglo I a. C. declarándola instrucción imprescindible del orador perfecto. Lentamente, va avanzando el gran proyecto clásico doble grecolatino del que Europa se alimentará durante tanto tiempo.
No obstante, en el último medio siglo se ha multiplicado el volumen total de la formación en todas partes. Se han creado estímulos y posibilidades para que los niños procedentes de clases sociales hasta el momento alejadas de la educación puedan asistir a universidades y escuelas superiores. La formación de los profesores ha experimentado una clara mejora, al igual que sus sueldos. Se ha producido una ampliación masiva que a menudo no ha ido acompañada de reformas y, a pesar del movimiento de protesta de 1968 que se quejaba “del olor milenario a moho bajo las sotanas”, en lo esencial se mantienen las antiguas estructuras que ahora se han multiplicado. Docenas de nuevas universidades y miles de escuelas nuevas han brotado del suelo; en muchos sitios es posible reconocerlas a primera vista por sus construcciones de cemento algo desangeladas y sus tejados planos tan propensos a las goteras: simplemente, de repente se ha hecho un uso tan intenso de este modelo que a veces la calidad se resiente.
Hoy en día, la educación superior se ha convertido en un fenómeno de masas en toda Europa, tanto en lo bueno como en lo malo. Participan en ella más jóvenes que nunca en sus dos siglos y medio de historia, pero a menudo sin tener muy claro qué sacan de ella, para qué los capacita y qué condiciones les proporciona para su despegue en la vida. Como dijo en una ocasión un teórico de la educación: cuando los privilegios se hicieron accesibles a todos, dejaron de serlo.